Quiero escribir lo que estoy escribiendo cuando pienso
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Casi se me olvida que hoy era miércoles; ayer, más bien, casi se me olvida. Anoche, que es cuando escribo este texto. Lo cual es un signo claro de que estos días de superluna y mirada introspectiva me está bailando el calendario, deshabituado al hedonista placer de la pereza.
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“Quiero escribir lo que estoy escribiendo cuando pienso” leemos en las primeras páginas de La serie de los unos y los ceros (Mr. Griffin, 2023), de Alberto Olmos.
El libro recoge las anotaciones diarias que el escritor segoviano llevó a cabo en su blog Hikikomori entre el 1 de diciembre de 2008 y el 14 de febrero de 2009, un poco más de dos meses de escritura diaria ininterrumpida. La serie se gestó como un experimento literario. Un banco de pruebas que nació como disparador de una novela, pero que acaba siendo un dietario sobre la escritura y sobre los menesteres regulares de la mundanía del escritor, obligado en intermitencias a lidiar con el mundo y sus asuntos.
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Opina Olmos que el escritor que escribe escribe mal. Que hacer literatura es otra cosa. Que escribir es escribir mal. Siempre hay algo que zozobra en un texto, que no da lo mejor de sí, pero que sirve siempre que el texto en su conjunto sea consciente de las partes fundamentales que lo tensionan (esto que acabo de escribir lo dice a medias Olmos y la puntilla la pongo yo).
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Por la mañana del martes (ayer) estuve conversando con Anabel Vázquez. Hablamos de la liviana poesía de las piscinas, de su promesa siempre presente (y formulada en presente, pues en ellas no hay ni futuro ni pasado) de felicidad.
Anabel es una periodista a la que se la presente feliz; y algo asilvestrada. Y así es su libro: Piscinosofía (Libros del KO, 2023), un tratado sobre piscinas imaginarias y reales que se fundamenta en la curiosa relación que tiene, desde siempre, Anabel con las piscinas.
Un libro que precisamente Anabel ha escrito para entenderse, para refinar su pensamiento sobre las piscinas. Para que se concrete en algo, más bien, y no vaya picoteando en artículos y fotos de Instagram, su pensamiento que se le escribe (se le escribía) solo en la imaginación, mientras nada y sueña con piscinas.
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También estuve leyendo un excelente libro de poesía: Violencia (La Bella Varsovia, 2023), de Bibiana Collado Cabrera. Bibiana es de Burriana. No la conozco (en persona, me refiero). He curioseado fotos suyas en Instagram, pero ni idea; supongo que no tenemos lazos comunes. Es del 85, lo que quizá explique algunas cosas. En su libro, Bibiana Collado se fuerza también a escribir lo que ya ha escrito la violencia en su mente, en su lenguaje y en su cuerpo. A lo que le suma la propia violencia de la creación poética (que es la única forma de confrontar el lenguaje nunca poseído, ese que es patrimonio del opresor). Un libro muy potente al que espero dedicarle más espacio y en el que me detendré en otro momento.
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En fin, que estaba estos días tan enfrascado en la escritura mental que casi hasta me despisto y no escribo hoy en el word y casi os quedáis sin carta de miércoles; cosa que no pasará hoy, claro. A Dios gracias.
Así, espero que algo de lo que ha venido deambulando en el lenguaje de mi mente haya quedado escrito con precisión en estas líneas. Así sea su sinopsis; y alguna línea de fuga, lateral que nos permita seguir pensándonos las próximas semanas estivales, perezosas y livianas.