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El nuevo libro de María Gainza, Un puñado de flechas (Anagrama) [sale a la venta el 22 de mayo] va sobre el coleccionismo y coleccionistas. Ella misma dice que también colecciona (subrayados) frases, y yo me pregunto si la vida no es un constante atesorar subrayados parciales sobre memorias más grandes.
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Antes escribía en un portátil, y antes de antes y mucho antes también. Ahora, últimamente, escribo en un mac de sobremesa. Noto que mi pensamiento va más lento. O mejor dicho, que pierdo subrayados importantes de mi pensamiento, que como es lógico va más celeroso que mis manos .
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Dice María Gainza que coleccionar es llenar un vacío. Y así lo siento yo también con la lectura de los libros; pero no porque sea un intento por llenar de conocimiento un hueco que lo demanda, sino que me llenan el vacío que me provoca la vida social, el agujero más bien que la vida social deja en nuestra personalidad. Pues al ser con los demás nos vamos vaciando (y no desbastando, que sería lo óptimo)
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Hoy hay jaleo en casa. Niños. Más que de costumbre, quiero decir.
Y me alegra, pero echo de menos el silencio.
O no, mejor dicho, necesito tiempo para mí. Aunque no, tampoco es eso, necesito tiempo para estar conmigo, para irme desconociendo.
Estar con los demás, irónicamente, provoca que sea más yo; y ya me conozco bien (a mí mismo). Y, de normal, me suelo encontrar aburrido.
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“la intimidad distraída
y, sin que nos demos cuenta, todo lo que compartimos a solas
con nuestro propio reflejo”
escribe David Delfín en Fermat´s night (ediciones del Genal, 2023)
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El libro se basa en la larga noche que llevó a la demostración del teorema de Fermat (el hombre que veis arriba en la foto), que escribió Pierre de Fermat en el borde de un libro (o un cuaderno, no tengo clara la historia) y se dice que no incluyó su demostración por falta de espacio (eso sí parece claro).
Sucedió en 1637.
En 1995, 386 años después de haber sido conjeturado por Fermat, y tras seis años de trabajo silencioso, Andrew J. Wiles consiguió demostrarlo.
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El teorema dice así:
“Si n es un número entero mayor o igual que 3, entonces no existen números enteros positivos x, y y z que cumplan la igualdad”.
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La noche de Fermat, esa intimidad distraída, duró casi cuatro siglos.
Cuatro siglos íntimos para el bueno de Pierre, en los que los demás se forzaron a concretarlo mientras él felizmente se desvanecía sobre mí mismo.
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David Delfín nos habla más que de matemáticas de horizontes y realidades (y de formas de mirar). De lo que se oculta y de lo que se presiente.
Así, la demostración de una fórmula matemática opera también poéticamente, sabiendo que “siempre hay una verdad / donde se manifiesta lo extraño”.
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Es en esa extrañeza nuestra, cuando nos abandonamos a ella, donde se produce el verdadero encuentro con nosotros mismos: en esa oscuridad de la que no sabemos nada, pero que todo nos descubre. Esa oscuridad que nos incumbe.
Y ello porque en la vida social nos solemos manifestar con esloganes, proclamas, manifiestos, peticiones. Esto es: somos publicidad de nosotros mismos; la versión más reducida, manejable y próspera de una complejidad tantas veces indemostrable.
Me encanta esta frase: "Pues al ser con los demás nos vamos vaciando (y no desbastando, que sería lo óptimo)". Gracias