El control de las narrativas
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En una reciente entrevista para The Objective contaba Laura Ferrero que ha escrito su último libro, Los Astronautas (Alfaguara), para, de alguna forma, arrebatarle a su madre el control de la narrativa familiar. O por mejor decir: para matizarla. Así las cosas, ella no recuerda ninguna imagen, no trae ningún recuerdo, de la vida de cuando sus padres estaban juntos. Y se le dispara la curiosidad cuando encuentra, por casualidad, una foto donde están los tres. Es entonces que se da cuenta de que su historia está convenientemente mediatizada por la narrativa de su madre, quien probablemente no haya mentido, pero ha dispuesto los elementos según su beneficio y provecho.
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“La literatura es siempre una expedición a la verdad” dice el conocido adagio kafkiano.
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Juan Gómez González, más conocido como el Sobrino del diablo, es el centro de interés del documental de Nando Caballero Disculpen las molestias (2018), que se puede ver en la actualidad en Filmin. Cuenta en él el Sobrino que, por voluntad, pero también por necesidad, ha sido él mismo quien ha ido forjando el argumento de su carrera, su cada pasito a pasito que ha ido sumando muchos pasitos. Ácrata y juglar, monólogo a canción ha ido precisando los contornos de su camino, describiendo de manera espléndida y clara, pero sin ostentaciones, una carrera en el underground, a base de cargar kilómetros a cuestas y de dialogar con su guitarra. Disculpen las molestias es un largo monólogo, que va sampleando la vida y vaivenes del vigoroso y tenaz hombre zappiano.
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X. nunca entendió ni entenderá (aunque se lo he intentado explicar cientos de veces) por qué hemos ido varias veces a juicio. La calumnia, la falsedad y ciertas convenientes ocultaciones solo pueden ser hackeadas con el lenguaje de la ley. La incontrovertible sanción de los hechos probados. Croniquear un edicto. A quien alburea solo le vale el lenguaje de los dineros, la narrativa de las transferencias bancarias.
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La literatura, contra lo que busca la ley, se contenta con la verdad epifánica. No quiere ejercer ningún control sobre la verdad, más que arrancándole metafóricamente los flecos de sus ambigüedades, de sus zonas de sombra, disponiéndola de una forma estéticamente comprensible.
Lo explica muy bien Antoni Clapés al decir que:
“El silenci resona
En les parets dels mots:
Allò que escric vela
El que vaig dient,
Mostra el que callo
I escampa cendres
-la cendra de l´oblit-
Damunt el dir del poema”.
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Es, en este sentido, clamoroso el ejemplo de Sylvia Plath, cuya evolución poética es minuciosamente explicada en su última -y definitiva- biografía, Cometa Rojo (Bamba), de Heather Clark (en espléndida traducción de Gudrun Palomino y Julia Viejo).
Plath era una poeta excelente, muy técnica, sofisticadamente perfecta. Tanto en sus diarios como en sus poemas, poco a poco, se va despojando de esta precisión formal hasta llegar a una animalidad que algunos tildaron de confesional, pero que tiene mucho de surrealista (e incluso algo beatnik, a pesar de sus manifiestos repudios a verse asociada con los poetas errantes). Plath hackea los códigos de las rimas infantiles, de la elegía. Y en desertando (del papel social y creativo asignado a la mujer de su época) instruye (no construye) una tradición nueva. Su desesperación, y esto la engrandece, no está exenta de ironía; una ironía sutil, nada vanidosa, ni insidiosa, ni siquiera (auto)consciente.
Fundamentalmente en el conjunto de poemas que conformarían su libro Ariel, Plath se (re)apropia de su voz, silenciada por momentos por el tormento de la culpa (que se enseñorea en la enfermedad oscura) y el miedo a no poder ser ella misma por completo, y más que liberarse se (re)construye. Llega Plath al punto salvaje, formidablemente inestable, en el que su arte le sirve para controlar el orden de su vida. Ahora bien (y aquí queda su tragedia), apenas por el efímero instante eterno del poema.
Como nos recordaba su madre, Aurelia Plath, en una conferencia de 1976, Sylvia tenía la firme creencia “de que el arte era una organización de la verdad”. Y así lo demuestra su obra, una de las más importantes de la literatura en lengua inglesa del s.XX.